Nada existe, únicamente dolor lacerante. Lágrimas idénticas de termal líquido se deslizan por compungidas mejillas inundando rostros maternales de verdad eterna, insoslayable, inevitable. Hijas de madre y madres de hijos, siempre torturadas, carentes de justicia. Cuna de incondicional amor, luz reconocible donde cobijar nuestras conciencias. Ni nuestra entrega más sincera se aproximará jamás a un instante de su ternura.
Ni la piedra lacrimosa, ni el negro velo pueden ocultar el desgarrador grito silencioso del duelo de una madre.
http://www.abc.es/20120210/medios-redes/abci-aranda-fotografia-world-press-201202101121.html
Ni la piedra lacrimosa, ni el negro velo pueden ocultar el desgarrador grito silencioso del duelo de una madre.
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