lunes, 19 de diciembre de 2011

Refúgio de soledades

    En cuantas ocasiones una lágrima dejó nuestra huella sobre una palabra, un suspiro reflexivo cerró nuestros ojos,  nuestra cara hundimos entre sus páginas para guardar el instante inhalando el aroma del papel impreso. Aquella anotación a lápiz que no resistimos dejar del instante leído. La abstracción más placentera que liberó nuestro espíritu.  La complicidad con la palabra escrita en sus párrafos a veces descubre nuestra alma y se convierte así en refugio y bálsamo, hermano comprensivo, amante en la nocturna soledad, cómplice de frustraciones. Identifican nuestra existencia hasta el punto de querer permanecer ocultos en el relato.
Únicamente al cerrar tras el punto y final sientes el dolor de la pérdida  del sentido de tu vida, y te preguntas como alguien que no conociste ni jamás conocerás pudo describir tu alma con tanta exactitud.
La respuesta es simple, otro ser humano.

1 comentario:

  1. cierto... otro ser humano.

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