viernes, 23 de marzo de 2012

Al amor encandados..

    Únicamente penetrada por esquirlas de luz de farolas empapadas en rocío nocturno, la intimidad de la penumbra descubría de soslayo sus trémulos cuerpos, calientes, sudorosos, impacientes, entregados.
    Las vestiduras esparcidas delataban la furia del encuentro, la inhibición sensual que nubla la consciencia, que refuerza la convicción que estimula la batalla sin miedo a la derrota, convencidos del instante, nada los amedranta, nada existe, únicamente el aleteo del frescor nocturno que mitiga el cansancio.
    Se prometieron luchar, cohabitar en el alma del otro, ser uno, ser únicos, morir en ese instante donde creen en Dios aun siendo agnósticos.
    Si existe un lugar donde la divinidad desvela su definición más visceral es aquel que unos olvidaron, otros visitan como peregrinos sedientos de fe, el resto espera en él purgatorio carente de inocencia alimentandose del más puro deseo.


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