lunes, 12 de marzo de 2012

Eros eres, tu


    No existe nada más tentador que lograr empatizar en una relación sexual donde solemos equivocarnos, o no, al imaginar los deseos ocultos de la pareja.
    En esta aventura erótica no es casualidad que sobren las palabras en acto tan íntimo, el silencio es el mejor estado para poder escuchar los sonidos de la piel al erizarse,  o gemidos inspiradores que delatan el objetivo de la búsqueda.
    Otros desean otorgar a la palabra como medio vinculante  un especial énfasis que nos muestre el camino del acierto sin equívocos. Pero la incertidumbre en cada pliegue de la epidermis es lo que estimula el reencuentro con el erotismo, esto convertido en palabras no deja de ser la forma más rápida para la obtención de placer en una experiencia personal, única e intransferible.
    Como íntima experiencia, el erotismo no siempre invoca la presencia del sexo, siendo este indispensable en el más instintivo deseo sexual.
    Es en la búsqueda iniciática del acercamiento visceral del amor donde germina el deseo erótico, en este estado todo es posible, en su final se encuentra el éxtasis con su compañero inevitable, el amargo final.

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