martes, 10 de enero de 2012

En la vida y en la muerte....


    Si alguna explicación etérea justifica la existencia como ser humano sin duda se basa en la capacidad de anidar en el pecho de Eros, embriagado por el dulzor de la entrega incondicional, desestimando aquello que no se ciña a reconocer en el otro el deseo de ser amado uno mismo.

 Cuanto daría por permanecer en éxtasis de locura de amor, renunciando al sensual roce de los labios por desvelar tu alma con una mirada, tu aroma en el calor de tu presencia.
    Querida, si en alguna ocasión reconociste el amor cuando aturdió como etílico brebaje tu espíritu, donde ni el temor a la muerte desaconseja la huida ¡enhorabuena! Ya nada queda por descubrir, alcanzaste la justificación de tu existencia, ahora únicamente lucha por la longevidad de ese instante en tu memoria.



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